—¿Consideras que todo fue un error? ¿Incluso lo sucedido entre el «sí quiero» y la resaca de la mañana siguiente? —preguntó Pedro sin poder contenerse.
Un destello de atracción iluminó por un instante los oscuros ojos de Paula.
—No lo recuerdo.
—Te estás ruborizando —comentó Pedro con evidente satisfacción—. Seguro que recuerdas la mejor parte.
—El sexo es irrelevante —dijo Paula remilgadamente.
—¿Sexo? Yo estaba hablando de la comida. La mariscada estaba deliciosa.
La boca de Paula se contrajo en un gesto de desagrado.
—Eres un asno, Pedro.
—Pero soy todo tuyo…
—Ya no. ¿Recuerdas la mañana después? Eres mi ex asno.
Si fuera tan fácil dejar a aquella mujer atrás… Pedro tenía al cielo por testigo de lo mucho que se había empeñado en olvidar a Paula Chaves Alfonso a lo largo de aquel último año. ¿O más bien a Paula Medina Chaves? Había descubierto el problema en el registro de una iglesia, un pequeño «Detalle» que ella olvidó mencionar, pero que había puesto freno al papeleo de su divorcio. Pedro no pudo evitar una vez más la sensación de haber sido traicionado. Quería dejar a aquella mujer en su pasado, pero en aquella ocasión sería él quien la dejara.
—En eso le equivocas. El papeleo no siguió adelante.
Pedro volvió a tomar un mechón de pelo de Paula y tiró ligeramente de él para hacer notar su presencia. El destello de conciencia que iluminó momentáneamente los ojos de ella alimentó el fuego que latía en el interior de él. Contempló la sencilla cadena de oro que rodeaba su cuello y recordó las joyas con que una vez imaginó cubrirla mientras dormía. Pero entonces despertó y dejó bien claro que no iban a pasar el verano juntos. Tenía mucha prisa por alejarse de él. Recordó que había acudido allí para aclarar las cosas y marcharse, pero empezaba a pensar que sería más satisfactorio disfrutar una vez más de Eloisa para asegurarse de que recordara todo lo que habrían podido tener si ella hubiera sido tan franca con él, como él lo fue con ella. Deslizó los nudillos hasta su mejilla y le hizo volver el rostro para que lo mirara.
—El procedimiento no siguió adelante porque mentiste respecto a tu nombre.
Paula apartó la mirada.
—No mentí sobre mi nombre —dijo a la vez que se erguía en el asiento—. ¿A qué te refieres con que el procedimiento no siguió adelante?
Parecía sinceramente sorprendida, pero Pedro ya había aprendido a no fiarse de ella. Pero estaba dispuesto a seguirle la corriente para lograr su meta; una última noche en la cama de Paula antes de dejarla para siempre.
—El papeleo del divorcio no concluyó. Sigues siendo la señora de Pedro Alfonso, querida.
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