jueves, 9 de mayo de 2019

Eres Irresistible: Capítulo 16

—Con lo que poseemos Marcos y yo tendremos de sobra —dijo para tranquilizarlos—. Además, antes de marcharse, Diego me dió permiso para usar sus tierras, así que, en caso de necesidad, puedo llevar las ovejas a Diamond Ridge.

Pedro volvió a leer el informe.

—Aunque por el momento estoy muy ocupado, me gustaría asociarme con vosotros en M&F Colorado una vez lo pongáis en marcha. Es hora de que diversifique mi negocio. No está bien guardar todos los huevos en una sola cesta.

—Eso es verdad —dijo Tomás, sonriendo a su hermano—. Nos encantaría que te unieras a nosotros. Y hablando de huevos, me ha parecido que te sentaba mal que me invitara a desayunar.

Pedro se apoyó en el respaldo y lo miró fijamente.

—¿A qué juegan Nicolás y tú? Paula no está disponible.

Federico preguntó en tono retador.

—¿Quién lo dice?

Pedro frunció el ceño. A su hermano le gustaba discutir.

—Lo digo yo, Fede.

—¿Eso quiere decir que Paula es algo más que tu cocinera? —preguntó Juan.

Pedro suspiró. Conociendo a su familia, sería mejor que dijera algo o empezarían a correr todo tipo de rumores.

—Paula sólo es mi cocinera.

Tomás rió con sorna.

—No recuerdo haberte visto besar a Norma.

Pedro puso los ojos en blanco.

—Norma está casada.

Federico se irguió con expresión de sorpresa.

—¿Quieres decir que la besarías si estuviera soltera?

Antes de que Pedro respondiera, Tomás soltó una carcajada y se golpeó el muslo.

—¡Vaya, Pepe, qué sorpresa! ¡Y pensar que durante todo este tiempo creíamos que llevabas una aburrida vida sexual!

Pedro respiró profundamente para hacer acopio de paciencia. Sus hermanos intentaban provocarlo y no estaba dispuesto a caer en la trampa. Dejó el informe sobre el escritorio.

—Permitanme que les aclare algo. El beso que han presenciado ha sido algo que ha sucedido, pero que no se volverá a repetir. Paula es mi cocinera y nada más. Se marchará en cuanto Norma vuelva.

A continuación se inclinó sobre el escritorio para asegurarse de que captaba la atención de los tres.

—Sin embargo, y puesto que sé cómo actúan al menos dos de ustedes, quiero que quede claro que no se trata de un juego abierto a la participación. Son bienvenidos a mi mesa, como siempre, pero a nada más.

—Yo diría que eso suena bastante posesivo, Pepe —dijo Tomás.

Pedro se encogió de hombros.

—Me da lo mismo lo que pienses con tal de que hagas caso a lo que digo.



Al anochecer, Paula fue al salón de Pedro y se sentó en el sofá con una copa de vino. Resultaba agradable relajarse tras una jornada agotadora. Aunque disfrutaba cocinando, no había planeado pasar sus vacaciones dando de comer a un grupo de hombres, pero tenía que admitir que ver sus rostros de satisfacción tras el desayuno y el almuerzo habían compensado el tiempo que había pasado ante el fogón. Había llamado a su oficina en Florida para hablar con su editor ejecutivo, quien le había asegurado que todo iba bien. Contaba con un equipo eficaz que podía funcionar perfectamente en su ausencia. Su padre siempre le había dicho que para tener una empresa de éxito, debía contratar siempre a los mejores. Había creado una revista que se había convertido en un éxito editorial y el siguiente paso era la expansión a distintos mercados. Sus pensamientos vagaron de la revista a Pedro y al beso que se habían dado. Lo habían presenciado tres miembros de su familia y suponía que ésa era una de las razones por las que él la había evitado el resto del día. Se preguntó si el beso habría tenido el efecto que buscaba y le había hecho perder interés en ella. En su caso, había surtido el efecto contrario. Jamás había recibido un beso como aquél, ni ningún hombre había explorado su boca como lo había hecho Pedro. La había dejado jadeante durante varias horas y todavía sentía un cosquilleo en los labios.

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