martes, 15 de junio de 2021

Quédate Conmigo: Capítulo 7

 -¡Vaya, vaya! -dijo con suavidad mientras le dedicaba una mirada tan intensa como la que le había dirigido en la panadería.


Paula se sintió bastante incómoda, por eso, cuando llegó al mostrador con el ejemplar de El oso Rupert, le dijo con frialdad:


-¿Me deja su carné?


-¿Tengo uno? -preguntó él sorprendido-. Aunque lo tuviera y supiera dónde está, no me habría parado a buscarlo; tengo al pequeño Benjamín chillando a pleno pulmón.


Agarró el libro, se lo agradeció a la señorita Johnson y se marchó. Paula siguió colocando los libros en su lugar y esperando que alguien dijera algo. Mariana fue la primera en hablar:


-Pobre hombre. Seguro que ha tenido un día duro, y ahora, tiene que pasar la tarde leyéndole un cuento a un niño. Como si no tuviera suficiente...


La señorita Johnson puntualizó.


-Él adora a los niños. Paula, haz una nota de que el libro no ha sido registrado. El doctor Alfonso lo traerá a su debido tiempo.


«Bueno», pensó Paula, «Al menos ahora sé quién es». En el camino a casa le preguntó a Mariana:


-¿Es el único médico que hay en el pueblo?


-No, no. Son tres, y él solo está sustituyendo al doctor Finn.


¿Por qué la habría mirado de aquella manera? ¿Y por qué habría dicho «Vaya, vaya» con ese tono de satisfacción?, se preguntó Paula. Su madre estaba cada vez más integrada; aun así, cada vez que señalaba las pocas posibilidades que tenían de marcharse de allí, la mujer se echaba a llorar.


-Tendrías que haberte casado con Diego. Podríamos haber vivido muy bien en su casa. Era tan grande que yo podría haber tenido mis propias habitaciones.


Un comentario al que Paula no sabía qué responder. En lo que a ella se refería, no disponía de mucho tiempo para quejarse. Tenía que limpiar la casa, hacer la colada y planchar... Un montón de cosas que nunca había hecho. Al principio, su madre se había ofrecido para hacer la compra, pero al no tener la costumbre de hacerla con poco dinero, el resultado había sido bastante desastroso. Así que añadió a sus tareas la de ir a comprar; pero no le molestó demasiado porque ya conocía a todos los tenderos y eran muy agradables con ella.


La señorita Johnson se había abierto un poco al ver que Paula disfrutaba con el trabajo de la biblioteca. Incluso habían tenido una pequeña charla sobre sus gustos literarios. Mariana era muy simpática y a Paula le gustaba escucharla hablar de sus numerosos novios. Pero la señora Brook-Tigh no cambió de actitud. Estaba haciendo un trabajo inferior y ella la trataba como a un ser inferior. Supervisaba los chalets con minuciosidad, pero nunca decía nada agradable. No le importaba limpiar, pero esa mujer no le gustaba nada; en cuanto terminara la temporada, buscaría otra cosa. Tal vez en un bar, se dijo, aunque no tenía ni idea de ese tipo de trabajo. Así al menos, conocería a gente nueva. ¿Iría el doctor Alfonso a los bares? Probablemente no. No tendría tiempo. Paula pensaba en él de vez en cuando. Parecía que la única forma de conocerlo sería ponerse enferma, pero ella nunca se ponía enferma. 


La primavera fue dando paso al verano y, durante los fines de semana, las calles estrechas se fueron llenado de turistas que se acercaban al pueblo en sus yates. Y con ellos llegó Diego... La señora Chaves había salido a comer con una de sus amigas, convencida de que a Paula no le importaba quedarse sola. Alguien llamó a la puerta y cuando fue a abrir se encontró con Diego, impecablemente vestido con un traje de chaqueta y una corbata de seda italiana. Durante un segundo, por su mente pasaron un jersey gastado y unos pantalones de pana.


-¿Qué haces aquí? -preguntó sin una chispa de alegría.


Diego le dedicó una sonrisa. Él era un joven adinerado, tenía buenos modales y estaba acostumbrado a gustar a la gente y a ser respetado.


- ¿Te he sorprendido?


-Claro que sí -dijo Paula, reticente-. Será mejor que pases.


Diego miró alrededor.


-Un lugar muy bonito..., Aunque bastante diferente a Richmond.


-Sí. ¿Qué haces aquí?


-He venido a verte. Para hablar. Si te cambias, podemos ir a comer juntos a mi hotel. 

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