martes, 29 de junio de 2021

Quédate Conmigo: Capítulo 22

Su madre y la señora Riddley llegaron apresuradamente porque habían dejado el coche un poco lejos y necesitaban ayuda con el equipaje.


-Ve a buscar a alguien, cariño -le pidió su madre-. Me olvidé decirte que nos buscaras a alguien que limpiara la casa.


Paula tomó las llaves del coche.


-Bueno, ya es un poco tarde para que yo pueda hacer nada -dijo alegremente-, pero hay muchos anuncios en el supermercado. Veré lo que puedo hacer con su equipaje. No dejen que Polo salga.


-¡Qué perro tan feo! -dijo la señora Riddley-; me imagino que te lo llevarás contigo.


-Sí -respondió Paula-. Nos iremos esta tarde.


A Paula no le gustaba mucho la amiga de su madre, pero sabía que sería una compañera perfecta: Eran exactamente iguales. Tuvo que hacer un par de viajes para traer todo el equipaje. Cuando terminó, las dejó colocando su ropa y ella se fue a preparar la comida. Mientras comían, las dos señoras le contaron sus planes.


-Nosotras vamos a hacernos compañía mientras tú te marchas a divertirte. Solo se es joven una vez, Paula. Qué inteligente por tu parte irte a ver mundo.


Después de comer, la señora Chaves dijo su hija:


-Tienes que explicarnos qué has hecho con la cuenta del banco. Mi querida Alicia se va a encargar de las cuentas porque no va a pagar renta, pero yo debo contribuir y la pensión no dará para muchos extras.


-En el banco hay una cuenta a tu nombre. He dejado allí todo el dinero que he ganado excepto el último sueldo: Lo voy a necesitar hasta que cobre.


-¿Tendrás un buen sueldo? ¿Podrás ayudarme si tengo dificultades, cariño?


-No cuentes con ello, mamá. No voy a cobrar mucho y tendré que pagar mi alojamiento y la comida.


Su madre hizo un puchero.


-Bueno, tendré que arreglármelas. Tu padre se revolvería en su tumba...


Paula no dijo nada porque se estaba tragando las lágrimas.


-Voy a llevar a Polo a dar un paseo. Prepararé el té cuando vuelva. 


Dió un paseo por el pueblo. No sabía cuándo volvería a ver Salcombe, así que quiso despedirse. Paula estaba retirando la bandeja del té cuando el doctor Alfonso llegó. Ella lo presentó y notó que las dos señoras estaban impresionadas. Tenía un aspecto muy respetable y era muy educado. Pero no tenían mucho tiempo. Le dijo que debían marcharse y las dos damas salieron a despedirse de ellos.


-Y no te olvides de tu pobre madre -dijo su madre con una voz más quejosa de lo habitual que hizo que Paula se sintiera como si estuviera abandonándola.


Cuando estaba sentada en el coche le dijo a Pedro:


-Me siento mal.


-No te preocupes, Paula. Tu madre es una mujer encantadora, pero no tienes que creerte todo lo que dice. Solo estaba haciendo un comentario que consideró apropiado para la ocasión. Estará muy bien con su amiga, mucho más contenta que cuando vivía contigo. Quizá se quieran mucho, pero son tan diferentes como el día y la noche.


Paula suspiró; no quería llorar, pero le apetecía. Su mano cubrió la de ella un segundo.


-Tienes que creerme. Ella será muy feliz y tú también. 

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