martes, 22 de junio de 2021

Quédate Conmigo: Capítulo 16

 -Seguro que ya se nos ocurre algo. Tienes unos vestidos preciosos...


-Son del año pasado -la interrumpió su madre-. Todos se darán cuenta -añadió-. Como tú te quedas con la mitad de mi pensión, no he podido comprarme nada esta temporada.


A Paula no le apetecía discutir. Además, sabía que era un caso perdido.


-Bueno, la tendrás toda para tí cuando estés fuera -señaló con amabilidad.


-Tengo que decirte, Paula, que desde que murió tu padre te has vuelto bastante mandona y muy tacaña. Me imagino que debe ser el resultado de vivir en esta casa pequeña sin ningún tipo de vida social.


-Desde que trabajo en el centro de salud, no tengo mucho tiempo para conocer a gente. Y no podríamos mantenernos si yo no trabajara. ¿Cuándo tienes pensado marcharte?


-El viernes. Voy a pasarme por la boutique para ver si hay algo que pueda permitirme. ¿Cuánto puedo gastar?


Cuando Paula se lo dijo, su madre contestó que no le llegaría para mucho, pero que tendría que conformarse. Una conversación de lo más desagradable, pensó Paula, tumbada en la cama de su habitación. La señora Crump, la secretaria, no iba a quedarse con su hija para siempre. Tarde o temprano volvería y ella perdería el trabajo. Cuando su madre se marchara iba a necesitar menos dinero, pero cuando el verano acabara sería más difícil encontrar trabajo. Se animó a pensar en otra cosa y el resultado no fue muy agradable, porque lo único que acudía a su mente era el doctor Alfonso. La señora Chaves se gastó bastante más dinero del que Paula le había dicho.


-Había rebajas -le explicó a su hija-. Habría sido una estupidez desaprovechar las ofertas tan estupendas que tenían.


Mientras Paula ayudaba a su madre a hacer las maletas, pensó en el día tan raro que había tenido con el doctor Walters. Esa mañana había estado más distraído de lo normal y, además, había tardado mucho con los pacientes. Cuando salió, una hora más tarde de lo habitual, el doctor Walters le pidió que fuera una hora más temprano por la tarde porque tenía un paciente privado. Afortunadamente, la señora Craig se había ofrecido para llevar a su madre a la estación y ella podría volver al trabajo sin preocuparse.  Cuando su madre se marchó, la vida se hizo más sencilla. Ya no tenía que tener las comidas preparadas a su hora, la casa estaba más limpia y era más fácil mantenerla ordenada; y ya no importaba si tenía que quedarse hasta tarde en la consulta. Su madre llevaba dos semanas fuera cuando el doctor Walters le dió la noticia:


-Paula, he recibido carta de la señora Crump. Volverá dentro de una semana, de modo que tú podrás marcharte el viernes después de la consulta de la tarde. Tengo que decir que te echaré de menos; no sé cómo me las habría arreglado sin tí. Pero seguro que tú estás encantada de volver a estar libre, ¿Verdad?


-Sí -dijo Paula-, será agradable; aunque he disfrutado mucho trabajando para usted.


Paula debería haber estado preparada, pero llevaban varias semanas sin tener noticias de la secretaria y su regreso se había convertido en una posibilidad remota por la que no tenía que preocuparse. Tendría que ponerse a buscar un trabajo de manera inmediata porque el dinero de la biblioteca no le daría para mucho. Al salir del centro de salud, se encontró con el doctor Alfonso que, por primera vez, se paró a hablar con ella.


-Te vas un poco tarde. No estarás trabajando demasiado, ¿Verdad?


-No, no -dijo Paula intentando pensar en algo que decir, pero tenía la mente en blanco y, además, estaba a punto de echarse a llorar-. Tengo que irme -dijo y se marchó a toda prisa.


Él se quedó mirándola con el ceño fruncido. Había tratado de evitarla durante los últimos meses, consciente de que lo atraía demasiado y de que él iba a volver a Holanda al cabo de unas semanas y no podía dejar que la atracción creciera sin límites. Quizá fuera una buena señal que ella no mostrara ningún interés por él. Continuó con su trabajo y se olvidó de ella, pero esa noche se permitió recordarla. Sonrió un poco al recordar el día que salió del hotel hecha una furia y, después, pensó en otra Paula completamente diferente, la que había visto jugar con los niños en la playa. 

1 comentario: