Estaba lloviendo cuando Paula se despertó por la mañana. El perrito todavía estaba dormido, envuelto en una toalla, pero abrió los ojos asustado en cuanto ella se movió.
-Pobrecito -dijo Paula-. No tengas miedo. Vas a vivir aquí conmigo y te vas a convertir en un perro muy guapo.
Él levantó las orejas y movió la cola al escuchar su voz. Después, presintiendo un tazón de leche, la siguió escaleras abajo. Su intención era salir a buscar trabajo inmediatamente, pero el trabajo tendría que esperar por el momento. Con la tripa llena, el perrito se dejó lavar y cepillar. Después, Paula intentó limpiarle la herida y él le lamió la mano con timidez. Cuando acabó con todo el proceso, ya era mediodía y el cachorro volvía a tener hambre. Encontró una manta vieja, la puso sobre una de las sillas y, con la ayuda de una galleta, lo animó a que se subiera.
-Voy a salir -le explicó al animal-. Los dos necesitamos comida.
A su cesta de la compra añadió un hueso, comida y galletas para perros, y en una pequeña tienda compró un collar y una cadena. Cuando abrió la puerta, el perro corrió a recibirla. Paula lo dejó salir al patio trasero para que corriera un poco.
-Mañana -le dijo al animal-, tengo que ir a buscar trabajo, pero tú te puedes quedar a esperarme. Aquí estarás seguro.
Por la mañana, el perro salió al jardín, se tomó el desayuno y se acomodó en su manta.
-No tardaré mucho -le dijo Paula, y se fue a comprar el periódico.
Había dos ofertas de trabajo; pero cuando fue a informarse, le dijeron que ya habían contratado a alguien. Volvió a casa desanimada, pero la alegría de su nuevo amigo al verla le levantó el ánimo.
-Ya saldrá algo -se dijo en voz alta mientras le daba la cena al perrito-. Tú me traerás suerte. Tengo que ponerte un nombre... Polo -le dijo después de pensárselo un par de minutos.
Después de cenar, se lo llevó a dar un paseo por el muelle. Al día siguiente, encontró dos ofertas en el tablón del supermercado. Apuntó las direcciones y fue a casa para escribir. No sabía muy bien de qué iría el trabajo de asistente general en la cocina de un hotel, pero era un trabajo para todo el invierno. Antes de acostarse, llevó a Polo a dar una pequeña vuelta.
A la mañana siguiente, encontró una carta de su madre en el buzón. Era bastante larga y Paula se sorprendió al leer las primeras palabras: "Por fin serás libre para vivir tu propia vida, Paula".
Emma dejó su taza sobre la mesa y comenzó a leer la carta. Su madre y una amiga íntima habían tomado la decisión de vivir juntas.
"Viviremos en el chalet, pero, como ella tiene coche, podremos ir a Richmond cuando queramos. Ella va a mantener su piso, de modo que podremos pasar allí largas temporadas. Estoy segura de que opinarás que es una excelente idea. Como yo voy a darle alojamiento, ella se encargará de los gastos. Así que, Paula, eres libre de ir a donde quieras. Por supuesto, nos encantará verte y puedes venir siempre que quieras. Es una pena que solo haya dos habitaciones, pero cuando vayamos a Richmond, tú puedes quedarte en el chalet".
Paula se tomó el té frío. Se había quedado sin trabajo y parecía que también sin casa.
-Bueno, las cosas no pueden salir peor -le dijo a Percy ofreciéndole la tostada-. A partir de ahora las cosas tienen que empezar a mejorar. Pondré un anuncio en el periódico para un trabajo de interna donde acepten perros.
Seguro que había trabajo, solo tenía que buscarlo. Como su madre no pensaba regresar hasta al cabo de otra semana, tenía todo el tiempo del mundo para encontrarlo. No obtuvo respuesta a las dos cartas que envió solicitando trabajo, pero todavía era muy pronto. Se dedicó a buscar más ofertas y a convertir a Polo en un perro guapo y sano. Gracias al animal, los días se hicieron más llevaderos. Le escribió una carta a su madre, una carta difícil. Su madre no había tenido ninguna intención de hacerle daño, pero le había surgido la oportunidad de vivir con una amiga y no había tenido ningún reparo en deshacerse de los obstáculos. Había decidido que ella estaría encantada de ser independiente y no se había parado a pensar cómo alcanzaría esa independencia.
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