martes, 29 de junio de 2021

Quédate Conmigo: Capítulo 21

Cuando se levantó por la mañana, se sentía relajada y había tomado una decisión. Esa era su oportunidad para empezar una nueva vida. Además, significaba que todavía podría verlo a él de vez en cuando.


-Es una pena que no me vea como una mujer -le dijo a Polo.


Al día siguiente, después de desayunar se acercó al centro de salud a esperar a que pasará el último paciente. Cuando la consulta acabó, Paula llamó a la puerta y pasó. Él estaba sentado pero se levantó inmediatamente al verla entrar.


-Paula, siéntate. ¿Qué has decidido?


-Si piensas que puedo hacer el trabajo que me has ofrecido, acepto.


-Bien. Julia Smith te explicará los detalles. Vendrás a Holanda conmigo en el coche. Vas a necesitar el pasaporte y no podrás llevar mucho equipaje. Podemos marcharnos el miércoles por la tarde, así podrás ver a tu madre antes de partir. ¿Estás segura de que a ella le parecerá bien?


-Sí. Nunca le ha gustado vivir aquí conmigo, pero creo que con una amiga se lo pasará mejor. A las dos les gustan las mismas cosas: jugar al bridge, visitar pueblos, ir a Richmond cada vez que les apetezca... Si no sale como ella quiere, me imagino que tendré que volver...


-Por supuesto -repuso él. Pero si tenía alguna posibilidad, eso sería la última cosa que Paula hiciera.


Mientras Paula volvía a casa, pensó en la manera tan profesional como él había tratado todos los asuntos. Como ella iba a ser solo una empleada, quizá eso fuera lo mejor. Se llevó a Polo a dar un paseo y cuando volvió se puso a ordenar su ropa. No iba a necesitar mucho; dudaba que fuera a tener una vida social muy ajetreada en Ámsterdam. Empezó a poner ropa sobre la cama de su madre y, como era una chica muy sensata, escribió lo que debía hacer para tenerlo todo preparado el miércoles. 


Por la mañana encontró una carta de su madre en el buzón. La señora Riddley y ella llegarían el miércoles por la mañana. "Pasaremos la noche en el camino y llegaremos para tomar el café juntas. Para comer, tomaremos cualquier cosa porque vamos a salir a cenar. Espero que lo hayas preparado todo. Seguro que ya habrás encontrado el trabajo que buscabas. Nunca me interpondría en tu camino"...


Paula dejó la carta sobre la mesa. Quería mucho a su madre y esperaba que ella la quisiera de igual modo, pero tenía una manera tan especial de arreglar las cosas para que encajaran con sus preferencias. Nunca tenía en cuenta a los demás. La conocía muy bien y lo aceptaba. Su madre siempre había sido una mujer muy guapa y encantadora, y ella había crecido dando por sentado que no tenía que molestarla ni con preocupaciones ni con asuntos desagradables. Al día siguiente, fue a despedirse de Mariana y de la señorita Johnson, que le recomendó que visitara los espléndidos museos de Ámsterdam. Mariana se despidió de ella con un poco de envidia.


-¡Qué suerte tienes! Si yo pudiera irme a trabajar con el doctor Alfonso... ¿Te vas para siempre o solo es temporalmente?


-Me imagino que volveré tarde o temprano.


Al día siguiente, fue a visitar a señora Craig.


-Cariño, acabo de recibir una postal de tu madre. Debes de estar encantada de que vaya a quedarse en Salcombe. Me ha dicho que va a venir con una amiga -dijo con una sonrisa-. Aunque creo que el chalet va a ser un poco pequeño para las tres.


-Yo no estaré aquí -dijo Paula-. Me voy a Holanda para trabajar con el doctor Alfonso.


-¡Vaya sorpresa! Tu madre te echará de menos.


-Bueno, estará muy bien acompañada por la señora Riddley. Son amigas desde el colegio y se llevan muy bien.


Paula se despidió de ella para ir a sacar a Polo. Estaba poniéndose muy guapo, su pelo era lustroso. Solo sus orejas eran un poco grandes. 

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