martes, 15 de junio de 2021

Quédate Conmigo: Capítulo 5

Desde la calle principal se metió por una calle estrecha de pequeños chalets que subían hacia una colina. Paula llamó a la última casa que era la más grande de todas. La mujer que abrió la puerta era una mujer aún joven, delgada y alta, e iba vestida bastante moderna para Salcombe. El peinado era perfecto, al igual que su maquillaje. Miró a Paula de arriba abajo.


-¿Sí?


-He venido por el anuncio para limpiar chalets.


-Pasa -llevó a Paula a un salón muy bien amueblado-. No sé si podrás hacerlo; es un trabajo muy duro. Se trata de limpiar chalets los miércoles y los sábados, y dejarlos listos para los siguientes inquilinos. Necesito a alguien para esos dos días, desde las diez de la mañana hasta las cuatro, a cinco libras la hora, y las propinas, si alguien deja algo.


-¿Solo dos días?


-Eso es lo que he dicho. No eres de por aquí, ¿Verdad? Yo no aguanto este lugar, pero los chalets son de mi padre y me voy a encargar de ellos durante un par de años. En verano tengo muchos clientes. 


-Voy a vivir aquí con mi madre y necesito trabajar.


-Por mí está bien. No es un trabajo que guste mucho por aquí.


Tampoco es que le gustara mucho a Paula, pero sesenta libras a la semana sí. Le dió las mismas referencias que a la bibliotecaria y la mujer le dijo que la avisaría a los dos días. Se marchó a casa y, durante la comida, su madre le contó lo que había hecho durante la mañana con la señora Craig.


-Me ha dicho que vaya al hotel una tarde para una partida... Juegan con dinero, pero muy poco.


-No importa. Además, tú eres muy buena. Me alegro de que hayas encontrado una amiga, seguro que harás muchas más cuando empiece el verano.



Dos días más tarde, llegó una carta. Sus referencias para el trabajo de los chalets eran satisfactorias, podía comenzar a trabajar el sábado siguiente. Esa misma tarde, fue a la biblioteca y la señorita Johnson le dijo, sin sonreír, que el trabajo era suyo y que podía empezar el martes. El trabajo de limpieza iba a ser bastante duro. La señorita Brook-Tigh era una mujer de negocios y solo pensaba en ganar dinero. En los chalets había suficiente trabajo para dos personas, pero siempre que hubiera chicas como ella dispuestas a hacerlo todo, a ella no le preocupaba. Le mostró a Paula las dos casas de las que sería responsable e insistió en que fuera puntual. La biblioteca estaba muy llena cuando llegó, puntual como un reloj. La señorita Johnson no perdió ni un segundo.


-Mariana te mostrará las estanterías, después vuelve aquí y te mostraré como poner el sello a los libros. Si estoy ocupada, toma el carrito de los libros devueltos y colócalos en sus estantes. Y presta mucha atención; no toleraré el trabajo mal hecho.


Aquello no era muy alentador, pero Mariana le dedicó un guiño simpático. El trabajo no era muy complicado ni cansado. A Paula le encantaban los libros y se le pasaron las tres horas volando. La señorita Johnson, a pesar de su despedida austera, no se quejó de nada. 

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