Nadie preguntó si había alguna razón para que se casaran tan pronto porque todos estaban felices por ellos. Era un soleado día de mayo y todos los Alfonso habían acudido a la celebración. Paula estaba apabullada por la enorme familia política que había adquirido al casarse con Pedro, entre cuyos miembros había algunas celebridades: el corredor de motos Leandro Alfonso, el autor Adrián Moreland, Rock Mason de pseudónimo; la princesa Noelia Alfonso Yasir, esposa del jeque Jamal Air Yasir. Todos ellos la acogieron con los brazos abiertos. No podía dejar de sonreír al pensar en lo pequeño que era el mundo cuando descubrió que su padre conocía desde hacía tiempo al senador Eduardo Alfonso, con el que había coincidido en varios eventos. Y su felicidad era completa porque hacía unos días, Pedro le había dicho que posaría para la revista.
Como habían decidido que querían una boda discreta, Paula llevaba un traje de chaqueta blanco y fueron paseando hasta el rancho Shady Tree, donde los esperaban los invitados. Pudo hablar con uno de los familiares mayores, como Julio Alfonso, que era el responsable de que la rama de Atlanta y la de Denver se hubieran puesto en contacto. Después de hablar con él, había averiguado muchos más detalles de la vida de Rafael y del misterio que lo rodeaba. Un poco más tarde, Pedro la tomó de la mano y se alejó con ella de los invitados. También sus hombres habían sido invitados y habían acudido con sus esposas.
—Lo cierto es que no está claro si aquellas mujeres llegaron o no a casarse con Rafael —Paula comentó, observando que Pedro la llevaba cada vez más lejos.
Pedro dejó escapar una carcajada.
—Yo sólo puedo confirmar que una sí llegó a casarse con él, porque era mi bisabuela, Carolina. Y lo sé porque tenemos el certificado de matrimonio. Las otras… ya lo averiguaremos.
—¿Hay alguien aparte de Marcos a quien le interese el tema?
—A Sonia. Pero en lugar de hacer ella misma la investigación, ha decidido contratar un detective —Pedro se detuvo y se volvió hacia Paula—. Pero no te he traído aquí para hablar de Rafael.
Paula miró a su alrededor y vio que habían recorrido una distancia considerable desde la casa.
—¿Y para qué me has traído?
Pedro la estrechó en sus brazos.
—Para decirte en privado lo que ya te he dicho delante de todo el mundo. Te quiero, amor mío, y pienso demostrártelo el resto de mi vida, porque siempre te amaré y respetaré.
Paula sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas.
—Y yo te amo a tí.
En cuanto Pedro la abrazó, Paula supo que su vida iba estar llena de amor, pasión y noches ardientes en el territorio Alfonso.
FIN
Hermoso final!!
ResponderEliminar