jueves, 3 de enero de 2019

Culpable: Capítulo 32

–¿Lo has echado? –preguntó ella.

No podía imaginar lo que había sucedido para que Pedro actuara de esa manera con el hombre cuya causa había defendido de forma tan vehemente. Un hombre al que él siempre había considerado la víctima.

–Porque ha llegado la hora de romper el círculo, porque soy su amigo, estoy en deuda con él, y nunca podré pagársela.

–¿Te prestó dinero?

–Después de enterarme de que nunca podría volver a conducir de manera profesional, tuve una época en mi vida en la que... –bajó la vista y esbozó una sonrisa–. Digamos que la adrenalina es adictiva y me hizo correr ciertos riesgos. Ese día me entregaron un coche nuevo y...

¿Qué intentaba demostrar? Paula tenía la sensación de que él estaba hablando consigo mismo y no con ella.

–En cualquier caso, tomé demasiado rápido una curva cerrada y me caí a un río. Me golpeé la cabeza y me quedé inconsciente.

El golpe en la cabeza le provocó una hemorragia en el cerebro y tuvo que someterse a una operación para aliviar la tensión. Él se percató de cómo había afectado a su familia lo que había hecho cuando Carolina le contó que los médicos no habían podido confirmarles que no tendría ningún daño cerebral permanente hasta que no despertó del coma.

Paula se cubrió el vientre con la mano y tragó saliva. Su reacción ante la historia era puramente física.

–Pero te salvaste.

–Resulta que Fernando venía siguiéndome. Habíamos sido amigos durante el colegio, pero habíamos perdido el contacto y avanzado en direcciones distintas. Si la noche anterior no nos hubiéramos encontrado en el casino, ¿Quién sabe lo que habría pasado? Cuando vió el accidente, no dudó un instante. Buceó y me sacó del coche.

Paula suspiró y dijo:

–Fue muy valiente.

–Creía que era un monstruo –bromeó él mirándola a los ojos.

–Un monstruo no, solo cruel y egoísta, pero incluso los monstruos son capaces de hacer actos de valentía en ocasiones. Tu amigo te salvó la vida, pero casi acaba con la de Rosie.

Pedro arqueó la ceja.

–¿No te parece un poco dramático? Los corazones rotos rara vez son mortales.

Sus palabras burlonas provocaron que ella contestara sin pensar:

–Pueden serlo si una botella de calmantes y media botella de vodka están por medio.

–¿Tu prima intentó quitarse la vida?

Arrepintiéndose de sus palabras, Paula comentó:

–No debería haber dicho nada. Nadie lo sabe. Ni siquiera sus padres.

Paula hablaba como si creyera posible que él fuera a contar los secretos de su prima. Pedro no se dió por ofendido y apartó la mirada de la mano temblorosa que, de algún modo, se había colado entre las suyas. ¿Cómo había sucedido?

Cuando ella cerró el puño entre sus dedos, Pedro se percató de que se le formaba un nudo en el estómago. Decidió que era a causa de la rabia que sentía por el hecho de que la prima mayor de Paula la hubiera hecho cargar con aquel secreto. Era cierto que Paulina era muy joven en aquellos tiempos, pero Paula mucho más.

Ella continuó mirándolo a los ojos, pero Pedro tenía la sensación de que no era a él a quien veía cuando comenzó a recitarle una historia que suponía nunca le había contado a nadie.

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