Después de dejar a Valetina frente a la pantalla del ordenador para que charlara con su madre, Paula entró en la habitación contigua para contestar una llamada. Era su tía Juana, y la llamaba para darle la noticia de que Paulina había empezado a sentir dolores la noche anterior. Todos habían ido al hospital pero había sido una falsa alarma. Paula se rió cuando su tía le contó los detalles del viaje hasta allí, le mando un beso para Paulina y deseó poder estar con ellos. Cuando finalizó la llamada, Paula sintió que la nostalgia se apoderaba de ella. Echaba de menos a su familia. Paulina no solo era su prima, también su mejor amiga y, si Paula hubiera estado allí, habría estado en el parto y habría podido brindar con los abuelos, que habían decidido quedarse unas semanas más en Canadá antes de regresar a casa. Respiró hondo y decidió que tener a Paulina sana y salva junto a su marido Sergio en otro país era mucho mejor que tener a una Paulina infeliz viviendo a poca distancia. Iría a visitarlos en Navidad.
Cuando regresó a la habitación de Valentina, minutos más tarde, la niña estaba soplando besos a la pantalla.
–Ve a cepillarte los dientes, bonita, y mami te contará otro cuento mañana.
Paula esperó a que la niña saliera de la habitación y se inclinó para apagar la pantalla del ordenador. Al ver que Carolina estaba llorando preguntó:
–¿Qué ocurre? –se sentó frente al ordenador.
Carolina negó con la cabeza y se secó las lágrimas.
–La echo mucho de menos. Me encantaría... –suspiró y puso una trémula sonrisa que estuvo a punto de partirle el corazón a Paula–. No me hagas caso, tengo un mal día. Ya sabes, sol, arena, palmeras – dijo con ironía–. Es una vida dura. No te imaginas lo agotador que es estar obligada a vivir una vida de lujo en un hotel de cinco estrellas, llevar ropa preciosa y dejar que te maquillen profesionales.
Paula no se dejó engañar. Sabía que Carolina lo habría dejado todo a cambio de poder abrazar a su hija mientras le leía el cuento de antes de irse a dormir.
–Ignórame. ¿Cómo estás tú? ¿Y cómo se está comportando mi hermano?
Paula no tenía intención de mencionar a la invitada pero se encontró diciendo:
–Ha traído una mujer a casa.
Carolina se quedó boquiabierta.
–No me lo puedo creer. ¿Y cómo es?
Paula trató de ser justa en su descripción, aunque cuando Carolina comentó «Suena horrible», pensó que quizá no había tenido éxito.
Paula miró el reloj de la mesilla y vió que eran las tres de la madrugada. No se había quedado dormida hasta las dos. Agarró la almohada para cubrirse la cabeza con ella cuando oyó una especie de gemido. Escuchó con atención y oyó que gimoteaban otra vez. Salió de la cama, se puso el albornoz y corrió por el pasillo. La habitación de Valentina estaba dos puertas más allá. La pequeña estaba sentada en la cama, llorando y con las mejillas muy coloradas.
–Estoy enferma.
–Pobrecita –Paula acarició la frente de la pequeña y valoró la situación–. Lo sé, cariño, no te preocupes, enseguida lo solucionaremos.
Bañó a Valentina con una esponja y la vistió con un pijama más fresquito. Después, la dejó sentada en una butaca mientras cambiaba las sábanas de la cama. Al ver que estaba tiritando, comentó:
–Ay, mi niña.
Cinco minutos más tarde Jas estaba otra vez acostada y parecía tranquila y a punto de dormirse. Después de haber estado cuatro años a cargo de una clase de treinta niños de seis años, Paula estaba acostumbrada a las enfermedades infantiles y sabía que lo primero que había que hacer era llamar a los padres. Pero en esa situación no era posible. Puesto que Carolina no estaba, tendría que conformarse con la segunda opción. «La segunda opción». Estaba segura de que era un término que normalmente no aplicaban a Pedro Alfonso, puesto que el hombre estaba acostumbrado a ser un vencedor. Para algunas personas eso podía resultar atractivo. Sin embargo, a Paula no le atraían los hombres que tenían que demostrar que eran los mejores, aquellos a los que la gente buscaba como líderes. Por un lado, le gustaba tomar sus propias decisiones, pero se alegraba de que en esa situación no le correspondiera hacerlo.
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