martes, 4 de mayo de 2021

Soy Tuya: Capítulo 28

Pedro comprendió lo que Leonardo quería insinuar y se dió cuenta de que tenía razón. Ocultó la cara entre las manos.


–De acuerdo –dijo bruscamente–. Si es así, ¿Por qué cuando me ha pedido que le hablara de Diana le he dicho que era «Incandescente»?


Leonardo lanzó una sonora carcajada.


–¿Cómo has descrito a Diana?


–Incandescente. Quiere decir…


–Sé perfectamente lo que significa. También sé que si has dicho algo así en tu primera cita es o porque estás aterrorizado de cuánto te gusta esa chica o por lo todo lo contrario. Sólo tú lo sabes.


Tras lo cual, Leonardo le dió unas palmaditas en la espalda y se fue, dejándolo con sus pensamientos. Pero el problema no era sus pensamientos, sino su conciencia.





–¿Qué tal ha ido tu gran cita? –preguntó Gonzalo a Paula cuando ésta salió del cuarto de baño, arreglada para la reunión.


–No era una cita –dijo Paula, pasándose un dedo por los labios para asegurarse de que se había extendido bien el brillo. 


Luego, se dejó caer sobre una silla, estiró las piernas y se llevó el brazo a los ojos. Oyó que Gonzalo se sentaba al otro lado de su escritorio.


–Si has ido con ese Pedro Alfonso, es evidente que se trataba de una cita –dijo Gonzalo–. Aunque para serte sincero, no sé a qué están jugando. Tiene un hijo y ha sido muy ambiguo respecto a su esposa.


Paula bajó el brazo y le lanzó una mirada furibunda.


–Gonza, su mujer murió hace un año, así que no es un tema del que le guste hablar. Por Dios, ¿Qué clase de persona me consideras?


–Te veo tan poco que no sabría decirlo –replicó él con expresión severa.


–Pues has de saber que jamás saldría con un hombre casado y que no tengo la menor intención de lanzarme a los brazos del encantador señor Alfonso. Teniendo en cuenta que me voy mañana, sería una gran estupidez.


–¿Y por qué sales con alguien de Nueva York? ¿Por qué en su caso no importa que sólo estés de paso?


Paula resopló de impaciencia.


–Pedro me ha invitado porque es un hombre amable y yo he aceptado porque no quería pasar más tiempo a tu lado.


–¡Ya empezamos! –Gonzalo la miró con desdén.


–¿Qué quieres decir?


–Que te dedicas a ir de aquí para allá para evitar que haya algo duradero en tu vida. Sin embargo, es evidente que ese Alfonso ha visto en tí algo, y eso ya dice mucho a su favor.


Aquél era el Gonzalo del que Paula había huido en cuanto tuvo oportunidad. De hecho, le sorprendía que hubiera tardado veinticuatro horas en decirle que era una inútil. La sangre le hirvió en las venas. Había soportado tantos comentarios de aquel tipo durante su infancia que había llegado a creer que eran verdad. Pero a lo largo de su vida le había demostrado a él y al mundo entero que sí servía para algo. Si estaba en la ciudad era para encontrarse con Maximilliano. ¿No era bastante prueba de lo lejos que había llegado?


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