jueves, 3 de julio de 2025

Chantaje: Capítulo 14

 —Has mencionado lo de tener querubines —replicó Pedro. Sabía que estaban bromeando, pero encontraba excitante la conversación y además era una buena manera de suavizar su irritación—. Siento que tu madre nunca llegara a contártelo, pero sólo a partir del sexo surgen los querubines.


La expresión de Paula se volvió nuevamente hermética.


—No eres ni la mitad de gracioso de lo que crees.


—¿Entonces soy medio gracioso? No esta mal.


Sin miramientos, Paula dejó la ropa de cama sobre el regazo de Pedro.


—Prepárate la cama en el sofá. Yo me voy adormir.


Pedro la observó mientras subía las escaleras hacia su cuarto y no pudo evitar una pequeña sensación de triunfo por el hecho de que le hubiera dejado quedarse. Un instante después oyó el sonido de una puerta al cerrarse… Seguido del inconfundible «Clic» del pestillo. Estaba claro que en algún momento había vuelto a meter la pata… Pero seguía sin saber cómo.


Arriba, en su dormitorio, Paula se sentó en el borde de la cama y se deslizó hasta el suelo. Se rodeó las piernas con los brazos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Ver a Pedro tocando ese pisapapeles casi hace que se desmorone. Tras perder al bebé cuatro meses después de quedarse embarazada hizo una pequeña ceremonia privada a modo de funeral de su bebé. Llevó un ramillete de rosas blancas a la playa y dejó que las olas se las llevaran mientras rezaba. Conservó una rosa que se secó más rápido que sus lágrimas. Luego hizo que la envolvieran en cristal junto con un par de caracolas y un poco de arena. Los médicos le dijeron que había sufrido un aborto espontáneo, y que no había motivo para que no pudiera tener más hijos, pero no tenía nada claro que pudiera llegar a tener una relación profunda y duradera con algún hombre, y menos aún iniciar una familia. Entre el temor a las amenazas de los enemigos de su padre y el temor aún más profundo a revelar el secreto de su madre… Se frotó los ojos con el antebrazo. Estaba hecha un lío. ¿Qué diría Pedro si llegara a averiguar que le había ocultado su embarazo? Aún no entendía por qué retrasó tanto ponerse en contacto con él para decirle que estaba embarazada. Se dijo que se lo comunicaría antes de que el bebé naciera. Pero cuando perdió al bebé se quedó tan desolada que ponerse en contacto con él le pareció una tarea abrumadora.  Cada día que pasaba parecía más fácil permanecer callada. Decírselo ahora no serviría para nada.


Un sonido de aviso de su móvil la sorprendió en medio de un sollozo. No se sentía con ganas de hablar con nadie a aquellas horas. Afortunadamente, comprobó que era un mensaje de su hermana. Pulsó el bolón para verlo. "¿Ya estás ni casa? Estoy preocupada por tí." Paula se llevó el teléfono al pecho. Nunca había compartido sus cargas con nadie. Sus secretos eran demasiado grandes, demasiado profundos. Desahogarse habría sido egoísta por su parte. "Estoy en casa y bien. No te preocupes", contestó. Envió el mensaje de vuelta y se puso en pie. Tenía que acostarse y dormir. ¿Pero sería posible hacerlo con Pedro abajo, en el sofá? El teléfono volvió a sonar. Era un nuevo mensaje de Delfina. "¿Qué tal tu macizo? ¿Está ahí?" Paula dejó el móvil en la encimera del baño, indecisa. ¿Qué debía responder a su hermana? No había duda de que Pedro la estaba afectando con su mera presencia mucho más de lo que habría esperado. Pero si quería tiempo para decidir qué hacer sobre él, sobre su padre, sobre su biología, necesitaba seguirle la corriente un poco más. Pero, más allá de eso, ¿Qué era lo que quería? Se miró en el espejo. Tomó un mechón de pelo que había escapado de su austera coleta. No llevaba ningún maquillaje, pero tenía las mejillas ruborizadas como nunca antes… Excepto durante aquel mes en España. La verdad floreció de pronto en su interior. No era la clase de persona capaz de bajar al salón, retirar las mantas de Pedro y mandar al diablo las posibles consecuencias para aprovecharse al máximo de su condición de casada. Ya había caminado en una ocasión por aquella senda y sólo había servido para llevarla a su actual situación. De pronto se le ocurrió una tentadora alternativa. ¿Y si volvía a acostarse con él, pero en esta ocasión por mera diversión, sin anillos de bodas de por medio? La vez anterior dejó que las cosas se volvieran demasiado serias. Obviamente, hacerlo fue un error en muchos aspectos. ¿Podría olvidar el pasado y tener una aventura con su ex marido? 

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